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"Los Cinco Sentidos" de Núria.M

  • Foto del escritor: lasbatasverdes
    lasbatasverdes
  • 15 ago 2014
  • 3 Min. de lectura

"Los Cinco Sentidos"

Cuando una vuelve la mirada al pasado… van asomando los recuerdos… y entre ellos, bailotean en nuestras mentes… sonidos… colores… texturas… sabores y olores, que nos van trasladando a nuestra niñez, a todo lo vivido y sentido en nuestras pieles jóvenes.

Al principio recuerdas vagamente los rostros de las compañeras de clase o las tan amadas y odiadas “monjas”, pero todo forma parte de una existencia vivida a plenitud, con ansias e ímpetu de conocer y disfrutar, lo que se nos ponía delante de nuestros ojos.

jabon lagarto.gif

¿Quién no recuerda al oler el famoso “jabón lagarto”! y esos pupitres de madera, que tenían un agujero para el tintero? ¿Recordáis cuando a final del curso… teníamos que limpiarlos a conciencia con estropajo? . -Bien limpios!!!- , con la atenta mirada de la Madre Consejo y el ajetreo que se organizaba cuando iba a otra clase a mirar cómo iba el fregado… y de pronto…. Un “Shhhhh” potente nos hacia dejar de jugar con el jabón y recuperar la compostura.

Hablando de olores…. Los libros y las libretas.. Mmmm tenían ese característico aroma a nuevo!!!. Cuando levantabas el pupitre de madera y el olfato se inundaba del olor del bocadillo de nocilla, en la bolsa de trapo con nuestro nombre…(que nuestras madres habían bordado con todo el cariño), mezclado con los lápices negros y amarillos y las libretas, algunas golosinas guardadas… y nos escondíamos para pegarle un bocado, cerrando despacito la tapa y poniendo cara de – No estoy haciendo nada malo-. mientras mirábamos de reojo a la compañera que era cómplice de esas travesuras.

A medida que los recuerdos afloran, las imágenes se hacen más nítidas y vamos encontrando detalles que habían quedado olvidados en los cajones de nuestra memoria.Un sonido, una canción una textura o un olor, de nuevo nos encamina a perder nuestra mirada en el vacío y a esbozar una leve sonrisa.

Esa complicidad con las compañeras, las amadas y las insoportables, porque aunque siempre recordemos lo bueno, también sufrimos desengaños y miedos, ya que todas esas sensaciones y emociones juntas nos hicieron aprender a enfrentarnos con la vida.

El abrazo de la Madre Magdalena- Una mujer corpulenta y de altura, que cuando entraba en clase… se le escuchaban los pasos fuertes y duros desde el pasillo, pero que dentro de su “grandiosidad” procesaba una ternura tan grande como ella. Cuando te abrazaba por algún motivo, no sabias si desaparecerías del apretujón, o terminarían dándote la vuelta como a uno de esos cromos, con los que jugábamos.

Bueno… yo puedo decir que sentí su abrazo una vez… no recuerdo el porqué, pero si el ahogamiento entremezclado con su olor, se me quedo bien grabado!!!.

vainica doble.JPG

La profesora de canto… (de la cual no recuerdo el nombre) haciéndonos poner los labios en forma de “O” insistente, constante –niñas en forma de O-

Y la clase de costura… que parecía a veces una clase de gerundios…. –callando-cosiendo- trabajando- ,no paraba de repetir esas palabras, mientras intentábamos que la “vainica” nos saliera bien. La textura de nuestras labores, los hilos, las telas… el punto de cruz.

regletas.jpg

La plastilina “Albino” mezcla de colores y olor con la que jugábamos y también modelábamos muchas figuras… y las famosas regletas para nuestras primeras clases de matemáticas básicas, eran de madera.

Texturas… Olores.. Sabores… Sonidos… todo esos sentidos nos evocan al pasado a la niñez o a la adolescencia, cuando los espíritus eran puros y aun no habíamos conocido los prejuicios, solo disfrutábamos de esos momentos, sin pensar que pasaría mañana o cómo funcionaba el mundo, saltar, jugar a la comba, correr con la cara al viento, hacer travesuras, mirar a los mayores con caras serias o preocupadas, eso no tenía importancia para nosotras, solo dejábamos correr nuestra imaginación y esas ganas locas de vivir intensamente, nuestras piernas no tenían freno, nuestra locura infantil nos invadía por completo, el peligro no existía y cuando nos regañaban por algo que “Según ellos” era incorrecto… bajábamos la mirada y sonreíamos hacia dentro… pensando…-mañana lo hare mejor, sin que se den cuenta-.

La inocencia, era nuestra compañera de juegos y de vivencias, la risa, esa encubridora que a veces no podíamos contener y las ilusiones escribiéndose en una libreta de hojas nuevas por rellenar.

Aun tenemos esas sensaciones incrustadas en nosotras… solo que la subsistencia nos enseño a guardarlas y usarlas tan solo en los momentos apropiados ( jeje, aunque algunas aun hoy en día nos saltemos esas normas y sigamos esbozando esa sonrisa picara que tantas veces hemos disfrutado).

Hoy abrí el baúl de mis recuerdos para compartir, en compañía de los sentidos básicos, para no dejar que nunca se pierdan.

Núria. M

 
 
 

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