Micro-Relato "La Huída" de María Alvarez
- lasbatasverdes
- 8 dic 2014
- 2 Min. de lectura

Jacobo Rivera, abrió la puerta, se giró y durante un momento acarició con una larga y profunda mirada el salón de su casa. Se detuvo en los magníficos Kandinsky. Suspiró. Recorrió las escaleras que llevaban al primer piso donde imaginaba a Guillermina durmiendo con el pequeño Fernando. No los ha visto en todo el día, pero sabía que era así, que era así desde el nacimiento de su hijo. Sabía que ese pequeño príncipe lo había destronado.
Es hora de irse, pensó. Buscó en la chaqueta las llaves del corsa rojo que había alquilado. Cerró con cautela la puerta y se dirigió al coche.
Pensó que cogería el estrecho, largo y olvidado camino que descendía desde la cima de la montaña hasta la carretera principal. Quería asegurarse que nadie lo descubriría.
Le había gustado siempre vivir en la cima, en el vértice, con el resto del mundo a sus pies. Él se había preocupado tanto por todos, por su familia, por sus trabajadores, por los habitantes de aquella ciudad, y ahora nadie entendía que la crisis lo ahogaba, que los bancos no le daban crédito, que tenía que bajar sueldos, cerrar empresas…. Tenía que continuar manteniendo su patrimonio. Tenía derecho a vivir de aquella manera.
Encendió la radio, la cuarta sinfonía de Brahms, lo inundó. Miro afuera y pensó que aquellos árboles alineados eran sus únicos compañeros de viaje. Aceleró, aún le quedaba algunos quilómetros y empezaba a amanecer. Tenía que apresurarse porque sabía que los periodistas lo perseguían desde hacía algunos días. Desde el día que su amigo y ex alcalde, Joan Fortuny fue arrestado por fraude fiscal, por blanqueo de capitales y por corrupción. Siempre había pensado que Joan era débil, que tenía demasiados asesores. Si lo hubiese escuchado sólo a él. Abrirían una investigación y no podría justificar las transferencias que recibió. Nadie entendería que él era el único que podía rehabilitar los monumentos de la ciudad y conseguir la admiración internacional. Eso tenía un precio.
La música se paró, una voz anunció que interrumpían el concierto para dar una noticia de última hora “ …. se acaba de encontrar a Guillermina Ottavi, esposa del empresario Jacobo Rivera, inconsciente atada en el dormitorio de su casa en una zona residencial próxima a la capital catalana, el hijo de la pareja, Fernando Rivera, de cuatro años, ha desaparecido. La policía baraja la hipótesis de un posible robo y secuestro…”.
Jacobo frenó el coche en seco. Clavó su mirada en el infinito . Delante una señal indicaba, a la derecha, aeropuerto, a la izquierda, urbanización Buenavista.
Maria Alvarez (diciembre 2014)
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